Y ahora oigo el galope de un caballo que hunde sus cascos en una tierra que no germina. Infierno y paraíso en un mismo lapso, presentido, vivido y bebido. El tiempo de una guerra sin cuartel que no concluye. Flores en los cañones. Flores cautivas. Y en las manos aún queda el perfume de las que di un día, probablemente ya marchitas, sin pétalos; flores esclavas de aquel momento en que todo era y que ahora es nada. Y aun así me mezo en la melancólica esperanza, tal vez, de un día ser el guardián de los sueños, en un baile de coloreados pétalos, al que estamos invitados, fuera de esta mascarada sin savia que ocupa todo, que no termina.
No quiero más galopes que taladran el alma, ni guerras impías. Quiero dejar de ir a la deriva y vararme en desolados puertos, sin salida, sin vida. Sólo quiero descansar y ser, de una vez, por siempre, ser.
No quiero más galopes que taladran el alma, ni guerras impías. Quiero dejar de ir a la deriva y vararme en desolados puertos, sin salida, sin vida. Sólo quiero descansar y ser, de una vez, por siempre, ser.
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1 comentario:
Ser, qué bueno eso, ser. Ser como uno es, como uno quiere ser. Saludos.
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