Llueven ascuas encendidas de un cielo que hierve sobre las cabezas raídas de un mundo poblado por personas con mortajas vestidas, la mirada en el asfalto, ausentes, idas, perdidas en historias absurdas, mezquinas.
Sólo aquellos que se asombran ante la belleza del mundo, de lo sencillo, del silencio, de la Vida… obtendrán el placer, vivirán la Vida.
Sólo aquellos que se asombran ante la belleza del mundo, de lo sencillo, del silencio, de la Vida… obtendrán el placer, vivirán la Vida.
Para Federico Laurenzana, en su ausencia de letras.
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