Y son frías las noches cuando te oigo como un lamento, y lo siento dentro. Y sabes, ahora, que sintiendo, incluso queriendo, así no puedo estarte, por más que el viento arrastre los nombres; porque no eres.
Y hay sentimientos que son derrotas, mojadas de aguas que no son lluvia.
Y, a veces, algunas veces, todo es noche, noche sin noche, noche de nadas, noche de nadie, vacío de ausencias, de rotas palabras, de ríos de pena.
El agua se derramó en frías cuencas, en tristes cantos, en heladas palabras.
Y, a veces, el recuerdo hiere como amenaza que se adentra, que no decrece, y aun así delicado o quizá por eso, y te seduce, y lo ocultas y lo tapas, y buscas paños para esas sedas. Cierras los ojos y a veces sueñas.
Como demonios sangrando, sedientos de almas, rumores de alas cortan el aire en la noche larga. Negros presagios de vida amarga. Y ya no hay día. Y ya no hay nada.
Y hay sentimientos que son derrotas, mojadas de aguas que no son lluvia.
Y, a veces, algunas veces, todo es noche, noche sin noche, noche de nadas, noche de nadie, vacío de ausencias, de rotas palabras, de ríos de pena.
El agua se derramó en frías cuencas, en tristes cantos, en heladas palabras.
Y, a veces, el recuerdo hiere como amenaza que se adentra, que no decrece, y aun así delicado o quizá por eso, y te seduce, y lo ocultas y lo tapas, y buscas paños para esas sedas. Cierras los ojos y a veces sueñas.
Como demonios sangrando, sedientos de almas, rumores de alas cortan el aire en la noche larga. Negros presagios de vida amarga. Y ya no hay día. Y ya no hay nada.
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