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Esperamos que encontréis aquí respuestas a algunas de vuestras inquietudes y también un momento de esparcimiento, acompañados de la mejor literatura.

sábado, 7 de noviembre de 2009

LA GOMA REINA

(cuento para niños)


Faltaban apenas quince días para el comienzo de las clases en la escuela. La madre de Sebastián le regañaba:
-Hijo, hazme el favor de revisar tu mochila y poner en orden todos tus útiles escolares. No quiero que lo hagas apresuradamente el último día-
A lo que el pequeño replicaba:
Mamá, déjame disfrutar de los últimos días de vacaciones!-
La precavida madre se había encargado tiempo atrás, de reponer los útiles rotos y perdidos y comprar los nuevos que su hijo necesitaría para el nuevo ciclo escolar.
Mientras tanto, dentro de la mencionada mochila escolar, se realizaba una disputa poco común. Se encontraban allí reunidos: la goma, el lápiz negro, la lapicera fuente, el sacapuntas, la regla, la escuadra, el compás, la cartuchera, el cuaderno, los lápices de colores y los marcadores. Era la goma la que ejercía toda su hegemonía y poder en la reunión.
-Quiero informar a todos los presentes- decía la goma, con indudable voz autoritaria y carismática,
-los motivos de esta reunión: no asistir este año a las clases escolares con el niño Sebastián, para lo cual quiero proponerles un plan-
La goma ofrecía un plan de acción descartando la posibilidad de que otros útiles escolares se opusieran a su moción de no asistir a las clases escolares, lo cual ocurrió y por parte de más de uno de sus compañeros. Tampoco entendían hasta ese momento, los allí reunidos, cuales eran los motivos de tal moción y en el supuesto caso de que se pusieran todos de acuerdo, de qué manera llevarían dicho plan a cabo. Todos aquellos interrogantes fueron disipados en esa misma reunión por la propia goma, la que no mostró ni la más leve intención de borrarse:
-Yo me pregunto y les pregunto a Uds., si es justo que, como respuesta al servicio que cada uno de nosotros brindamos, imprescindible para el buen desarrollo de las clases y el aprendizaje de los niños, debamos recibir el mal trato que recibimos. Se nos suele arrojar, maltratar, pisotear, cuando los propios niños no nos usan de proyectiles para ser arrojados entre ellos mismos-
Una larga e interminable lista de maltratos por parte de los niños, fue enumerada por la goma. Finalizado su discurso, recibió un caluroso aplauso y el apodo unánime de “Goma Reina”. La decisión había sido tomada y la mayoría era absoluta. Solo faltaba que la Goma Reina explicara su plan de acción y como llevarlo a cabo. Un silencio sepulcral inundaba la mochila, mientras todos los útiles escolares escuchaban atentamente lo que su reina, la Goma, tenía que decir:
-Será suficiente con que cada uno de nosotros nos escondamos fuera de aquí, en lugares estratégicos de la casa, para que nadie de la familia nos pueda encontrar-
Así fue como la “Goma Reina” fue asignando a cada uno un lugar, el que se convertiría en un verdadero escondite. El voluminoso cuaderno, preocupado por su tamaño, preguntaba:
-¿Pero cómo haremos para salir de esta oscura mochila?-
Toda pregunta encontraba siempre su respuesta en la Goma:
-En la parte superior, ustedes verán unas aberturas. Por allí podremos salir, por lo menos todos los que somos pequeños. Una vez afuera, abriremos la mochila para que puedan salir la escuadra, la cartuchera y el cuaderno-
Una vez que todos estuvieron fuera, se encontraron con que el placar dentro del cual estaba la mochila, permanecía cerrado con llave. Pero en aquel preciso momento, fuera, se escuchaban voces, a la vez que la llave de la puerta del mismo placar giraba sobre su cerrojo, abriéndose finalmente su puerta de par en par, como confabulándose con el plan que los útiles escolares deseaban llevar a cabo. Entonces fue cuando la “Goma Reina” con su característica rapidez, ordenó:
Rápido, todos a esconderse!-
Algunos fueron a parar al bolsillo de algún saco, otros, debajo de una pila de ropa, dentro de un cajón o en el bolsillo de alguna camisa. Todos encontraron finalmente un lugar adecuado para no ser vistos. Y lo cierto es que en el preciso momento en que dicha puerta se abría, apareció la madre de Sebastián diciendo:
-Hijo, tienes aquí pañuelos limpios y planchados. Te los dejo dentro del cajón de tu placar- a la vez que los guardaba.
Pero en el mismo momento en que se disponía a cerrar la puerta, advirtió:
Oh, Sebastián! ¿Qué has hecho con tu mochila? ¿Porqué esta abierta?…¡Y vacía! ¿¿¡¡Dónde están todos tus útiles escolares!!??- la madre indignada dejaba el placar abierto y se dirigía a pedir explicaciones a su hijo.
La “Goma Reina”, sin perder un solo segundo, ordenó:
-Este es el momento. Cada uno salga en orden. Rápidamente y sin ser vistos, ubíquense en los lugares asignados-
Y así como la Goma lo ordenó, así todo resultó. Parecía un verdadero ejército. Mientras tanto la madre volvía al lugar de los hechos acompañada de Sebastián, el que no podía esconder su asombro por lo que estaba sucediendo en la casa.
A pesar de todos los juramentos proferidos por Sebastián, en el sentido de que él nada tenía que ver con la pérdida de los útiles, los padres no le creyeron. Y en consecuencia, esa noche debió irse a dormir sin cenar.
Y otros castigos le esperaban si los útiles no aparecían: no más televisión, ni football, ni salidas con amigos.
Habían ya pasado 2 días y Sebastián se sentía cada vez más triste e incomprendido. Las clases en la escuela estaban por empezar y sus útiles escolares no aparecían por ningún lugar. Esa noche Sebastián se acostó en su cama, dispuesto a dormir sin haber cenado. Pero esa vez lo decidió por voluntad propia. Su espasmódico y silencioso llanto llenaba de lágrimas su almohada. De pronto escuchó una extraña voz susurrarle al oído:
-Escucha, óyeme Sebastián-
El niño, sorprendido, buscó a su alrededor, para descubrir de donde provenía aquella voz:
-¿Quién es que me habla?- preguntó con cierto temor.
-Soy yo, tu goma de borrar- contestó la voz.
-¿Dónde estás?- preguntó él, mientras continuaba buscando.
-Estoy aquí, dentro de la funda de tu almohada, al fondo, abajo- contestó la goma, mientras intentaba asomarse.
-Introduce la mano y sácame. Charlaremos- acotó.
Sebastián no se demoró en sacar a la goma de su escondite. Así empezó entre los dos una larga charla hasta altas horas de la madrugada, la que terminó en una verdadera amistad. La goma le relató todo lo que había sucedido dentro de la mochila, lo mal que se sentían por el trato que recibían y el plan que estaban a punto de llevar a cabo. Pero a lo largo de la charla, Sebastián le hizo comprender a su amiga, que la actitud de los chicos (incluyéndose él), era involuntaria e inconsciente y que le parecía muy importante esta toma de conciencia. Él se comprometió personalmente en cambiar los hábitos y la mentalidad de los niños, de manera que se respetara a los útiles escolares en función del servicio ejemplar que de ellos se recibía. Pero Sebastián también aprovechó la oportunidad para expresarle a su amiga que, por otro lado, la decisión de quedarse en escondites diseminados por toda la casa era más bien un castigo para ellos mismos, que una solución al problema.
-Tú debes sentirte muy orgullosa cuando descubres que gracias a ti, y solamente a ti, se ha podido corregir un error en el cuaderno. Ningún otro útil escolar podría hacer aquello. O cuando el cuaderno descubre que sólo gracias a él pueden verse los progresos del alumno plasmados en el papel. O cuando el lápiz descubre que sólo a través de su servicio, el alumno podrá volcar sus conocimientos y expresarse en el papel. Así es como cada uno de ustedes tiene la oportunidad de sentirse verdaderamente “útiles”, y por eso, felices. Por eso pienso que quedarse escondidos en la casa es más huir del problema que enfrentarlo y resolverlo. Y por último, creo que yo, personalmente, los extrañaría mucho si ustedes dejaran de acompañarme a la escuela-
La “Goma Reina” hubiese lagrimeado de haber poseído ojos. Pero era tan sólo una goma.
-Pues bien- dijo la Goma -te ruego que me esperes aquí un rato- y se fue velozmente de la habitación.
Aunque Sebastián no quería fallarle, ya era muy tarde y el sueño lo estaba venciendo. Pero antes de que se durmiera, la Goma volvió a la habitación. Sebastián no entendía muy bien lo que sucedía. Ella se limitó a decir:
-A partir de mañana, todos estaremos nuevamente dentro de tu mochila. Te acompañaremos todo el año a la escuela-
El rostro de Sebastián se iluminó de alegría. Fue la primera noche después de varias, en que pudo dormir plácidamente. Al día siguiente, los padres perdonaron a Sebastián, aunque éste no abundó en explicaciones.
Y llegó así el tan esperado primer día de clases. Sebastián se dirigía a la escuela, cargando orgulloso su mochila y acompañado por sus mejores amigos. Y luego llegó el reencuentro, se izó la Bandera, se cantó el Himno Nacional e ingresaron al aula.
-Ignacio Subieta…-
-…presente-
-Carlos Dana…-
-…presente-
-Mónica Prince…-
-…presente…-
Mientras la maestra continuaba tomando lista de asistencia, Sebastián, esperando escuchar su nombre para dar el "presente", pensaba: “Utiles Escolares…”, “¡¡…todos presentes!!”.
Y sonreía, sin que nadie pudiera saber porqué.

Cuento extraído del libro infantil: "La Laguna de los Milagros"



Rudy Spillman
LIBRO ABIERTO

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