El siguiente vídeo muestra una parodia cómica de lo que supuestamente debiera ser un velorio. Yo observo en su trasfondo un dejo de realidad deseada, una insinuación "seria" con una propuesta de cambio de mentalidad. Quien esté aferrado a las tradiciones y las culturas, a todo lo que recibió por enseñanza y no lo que se animó a enseñarse a sí mismo, pueda estar pensando que es una falta de respeto pensar así. Pero yo lo digo y lo pienso con el mayor de los respetos.
¿Quién puede desear, que una vez que ya se haya ido, sus seres más queridos queden aquí sufriendo? A veces, hasta sin poder reiniciar sus vidas normales. Creo que sólo quien sin advertirlo ha permitido que su ego se apodere por completo de su persona hasta lograr acompañarlo al lugar adonde ya no debiera poder llegar.
Es obvio que del lado de los que se quedan la historia suele ser otra. Me cuesta pensar que yo pudiera despedir a un ser querido haciendo una fiesta, festejando y riendo. Pero no cabe ninguna duda que, saber que ese es el último y más sincero deseo de quien nos deja cambia las reglas del juego, predispone a un cambio intrínseco, profundo, basado en la naturaleza de todas las cosas y arraigado en el verdadero sentimiento de amor.
Si evolucionáramos de tal manera que pudiéramos lidiar con la posibilidad "seria" de recibir "el último adiós" de la manera que lo plantea el vídeo (dejando de lado la exagerada connotación que intenta con justicia otorgar mayor comicidad al sketch), yo estaría entre los primeros en anotarme en la lista de espera. Además, de ser posible pediría en mi lápida la inscripción del siguiente epitafio: "Ya no respira, pero continúa riendo".
Rudy Spillman
1 comentario:
¿Quién puede desear, que una vez que ya se haya ido, sus seres más queridos queden aquí sufriendo? A veces, hasta sin poder reiniciar sus vidas normales.
Yo no lo veo así. Es una despedida triste. No me gustan las ceremonias en general, pero lo que yo veo en el vídeo es un recurso cómico que consiste en explotar la comicidad de una situación absurda, e inesperada.
Algunas pérdidas se pueden asumir con más naturalidad y resignación que otras. Algunas se pueden asumir incluso como un alivio por ser el final de un sufrimiento sin esperanza. Otras son un mazazo moral que nos recuerdan lo cruel e injusta que puede ser la vida, y lo frágiles que somos.
Es cierto que ninguna pérdida debería ser motivo para dejarnos llevar por la autocompasión y los sentimientos negativos, pero no somos máquinas y es lógico que antes de volver al pensamiento positivo y de mirar para delante nos permitamos un momento de auto compasión y de dolor.
Los sentimientos ante la muerte nos plantean siempre un temor personal, y universal. Un estado de negación ante algo inevitable y terrible. El fin de nuestra propia existencia, que en muchos sentidos representa el fin de todo. Algo tan insoportable que hay que inventarse algo distinto a cualquier precio.
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