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sábado, 18 de octubre de 2008

MEDITACIÓN

Función de la respiración
El ser humano cuenta con funciones de las que puede disponer a voluntad. Así es como puede decidir mover sus brazos o piernas para realizar cualquier actividad (levantar un objeto, caminar, rascarse, etc.), abrir o cerrar los ojos, mover la boca para hablar, comer, bostezar; como toda otra función motora del organismo.
Cuenta también con funciones independientes que no requieren de su voluntad, como lo son todas las relacionadas con la actividad de los órganos internos. No está en nosotros poder ordenar a nuestro hígado, riñones o corazón, entre otros, que funcionen mejor o más rápido, o que se detengan.
Existe una función que cuenta en parte, con una relativa independencia, pero también, dentro de ciertos límites, obedece a nuestra voluntad.
Esta función es la de respirar: podemos decidir a voluntad, hacerla más intensa o más tenue. Incluso, podemos decidir detenerla por un período de tiempo determinado, después del cual, ésta decidirá en forma independiente, continuar su función sin esperar nuestro consentimiento y aunque nosotros nos opongamos.
Es quizás por ello que dicha función es elegida por la mayor parte de las técnicas, como eje a partir del cual comenzará nuestra concentración y relajamiento de todo el cuerpo, para luego continuar con el desarrollo del ejercicio de meditación.
Existen otras técnicas que no utilizan a la respiración de bastión, o aquellas en que ésta viene a llenar un espacio más dentro de los abundantes ejercicios de observación y concentración que cualquier meditación requiere.
Están las diferentes técnicas que sí la utilizan como motor y herramienta principal para el posterior desenvolvimiento de una adecuada meditación. Éstas se dividen en: - las que invitan a visualizar el recorrido del aire que va desde su contacto con los bordes exteriores de las fosas nasales (en la inspiración), pasando por los bronquios hasta llegar a los alveolos pulmonares, en lo más profundo de los pulmones; y su regreso (en la espiración), en que realiza el mismo recorrido pero inverso, hasta encontrar su salida por las mismas fosas nasales por las que penetró.
- las que sólo promueven una visualización de recorrido más corto, que suele comprender el de las fosas nasales por dentro, desde y hasta su salida.
- las que pretenden que el meditador visualice todos los detalles de su respiración natural (velocidad, ritmo, fuerza, etc.) sin cambiar ninguna de sus características y las que pretenden, por el contrario, inducir una determinada forma de respirar (realizar cambios sobre las características de la respiración natural).
- todas las técnicas precedentes, podrán enseñar al meditador a visualizar su mecanismo respiratorio o simplemente a percibirlo a través de las sensaciones (con todas sus características), pero sin imaginarlo en su interior (visualizarlo). Ello significa que, en estos casos, el meditador será consciente de su respiración y podrá sentirla a través del contacto del aire que entra o sale, en su fricción con las mucosas internas de las fosas nasales, parte superior de los labios, etc.
- por último, existen métodos que propondrán el refuerzo del acto respiratorio por medio de un conteo o mención internos de ciertas palabras (por ejemplo: 1, 2... 1, 2... ; "adentro", "afuera"... "adentro", "afuera"; etc.), o la visualización de ciertas imágenes representativas que sirvan de soporte al meditador para el logro de una más rápida concentración. Si bien, en estos casos, muchas veces se logra el propósito buscado, el inconveniente radica en que resulta más difícil llegar a los niveles de profundidad y concentración a los que la mente puede acceder, debido a la utilización de estos accesorios externos artificiales y no propios de nuestra respiración natural.
Asimismo, cabe destacar que la función respiratoria es uno de los principales indicadores externos de nuestros diferentes estados de ánimo. Bastará poner atención en las características de nuestro ritmo respiratorio en momentos de nerviosismo, ansiedad, congoja, temor, llanto, irritación, alegría, euforia o calma, para advertir que nuestra respiración es también un preciso indicador de nuestra sensibilidad afectiva. Es por ello que el alumno que aborde una cierta inestabilidad anímica mientras medita, probablemente sea aconsejado a abandonarla de momento y concentrarse únicamente en su respiración, hasta lograr recuperar la estabilidad anímica perdida.
SE DEJA EXPRESA CONSTANCIA QUE LOS CONSEJOS SUMINISTRADOS EN ESTE ARTÍCULO ESTÁN DESTINADOS AL PÚBLICO EN GENERAL Y DE NINGUNA MANERA EN FORMA INDIVIDUAL. CADA LECTOR ES ÚNICO Y ABSOLUTO RESPONSABLE DE SU DECISIÓN DE SEGUIR LOS MISMOS LUEGO DE VERIFICAR SU PROPIA SITUACIÓN Y ESTADO DE SALUD Y LA PREVIA CONSULTA CON EL PROFESIONAL FACULTATIVO.

El presente artículo contiene exclusivamente material informativo no debiendo ser interpretado como reemplazante de asesoramiento profesional alguno. Su contenido no presupone recomendación de tratamiento médico o alternativo de ninguna especie.
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