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domingo, 27 de enero de 2008

NADIE TIENE LA CULPA POR NADA

Se entiende que viviendo en sociedades civilizadas no podremos dejar correr este principio. Esto significaría la anarquía total y absoluta. Todo depende del nivel de comprensión en el que nos encontremos. O nos queramos encontrar. Vivimos en una sociedad en que las leyes nos obligan a hacernos responsables por nuestros actos (incluyendo nuestros dichos como una forma más de actuar). Esto parece ser lo lógico, aunque exista cada vez más gente intentando evitarlo, como así también, endilgando sus errores en otros o adjudicándose aciertos que no les pertenecen. Las normas en cualquier sociedad vienen a poner orden instaurando principios de justicia y equidad basadas en la lógica según es entendida por la mayoría en el lugar geográfico y tiempo cronológico en que nos encontremos. Éste es un primer nivel de comprensión y por lo visto, el único viable y aplicable.
Si deseamos ahondar en un segundo nivel, podríamos aseverar sin temor a equivocarnos, que no existe un mortal en pie que pueda ser culpado por algo.
Sin embargo aquí nos referimos a una culpa que no puede ser tocada ni por las leyes de los hombres ni por la moral. Proviene de la ley física de causa-efecto y no carga con tilde moral o ético alguno.
Algunos días atrás, el famoso actor Will Smith declaró, con palabras similares, que Hitler había actuado convencido de que hacía lo correcto. Sus declaraciones causaron conmoción en el mundo periodístico. El actor estaba en lo cierto. Pero nadie se molestó en interpretar correctamente sus palabras.
En un primer nivel de comprensión y que corresponde al buen y normal desarrollo de nuestra vida terrenal, Hitler continúa siendo el mismo monstruo de siempre, responsable de una de las atrocidades más espeluznantes en la historia de los genocidios y pasible de las penas más severas.
En un segundo nivel, "profundizando", lo que no significa "justificando", todo hecho tiene su explicación (lo cual no significa que hubiera una razón para que sucediera), como todo acto humano la tiene también.
Siento en este momento la impotencia propia de quien ha tocado un tema que fácilmente podría llenar estanterías. Siento la invalidez propia del tullido que desea avanzar aun sin piernas.
Los dejo con una escueta síntesis del tema que he tocado en mi último libro publicado. Es otra versión de lo que por "culpa" solemos entender.

Asumir Responsabilidad sin Sentir Culpa

Un fenómeno muy común entre nosotros, los mortales, es el corrosivo sentimiento de culpa que solemos sentir, en especial, los que somos considerados seres "normales", en contraposición con los seres "sin escrúpulos", entre los que se cuentan muchos criminales y también a veces los que no lo son. Los psicópatas conforman otro de los grupos dentro del género humano que no cuentan con la posibilidad de desarrollar el sentimiento de culpa.
Lo anteriormente expuesto no significa que la "gente buena y normal" esté haciendo bien cuando se tortura sintiendo culpas. Es importante distinguir entre los que poseen la tendencia a sentir culpa por todo (o casi todo). Ellos se sentirán culpables por los hechos sobre los que en realidad son responsables, pero también sobre los que no lo son o les atañen a veces en forma lejanamente indirecta: Si no le hubiese permitido viajar esto no hubiese pasado, diría una madre angustiada al enterarse del accidente sufrido por su hijo, sintiendo ser la responsable directa del hecho. Estos individuos suelen disponer de grupos enteros de familiares y amigos dispuestos a convencerlos de que en realidad no han tenido responsabilidad alguna sobre lo acontecido. Y están también los que suelen sentir culpa, a veces con la misma intensidad que los anteriores, pero sólo luego de haber realizado un balance más objetivo y llegado a la conclusión de que les corresponde la culpa que sienten.
Por último, están y que no son pocos, los que "a priori" han decidido no ser culpables prácticamente de ningún hecho. Su actitud suele ser inconsciente pero sistemática, revistiendo el carácter de "misión casi imposible" el lograr convencerlos de su responsabilidad en algún hecho. Es probable que el intenso dolor propio o ajeno vivido en alguna situación de culpa experimentada en el pasado haya creado defensas por las que el individuo decida no volver a sufrir una situación emocional y afectiva similar. Aun así, no son conscientes de que lo único que resuelven, en tal caso, compete sólo al factor exterior revestido por su relación con los demás. En su fuero interno, su subconsciente alberga ese sentimiento de culpa, el que de una forma u otra molestará al individuo hasta que logre concientizarlo y lidiar con él. La sociedad los suele tildar de personas que están siempre a la defensiva. Pero dentro de ellos mismos, muy profundo, se libra una constante batalla de la que no suelen lograr defenderse con éxito.

Sin descartar el escuchar la opinión de los demás y tomarla en consideración, en última instancia, cada uno de nosotros deberá realizar un honesto examen de conciencia a la hora de indagar sobre su probable responsabilidad respecto de hechos que hayan causado algún daño o perjuicio. Pero si corresponde, y no ha sido intencional, asumir la culpa reparando en la medida de lo posible el daño causado y la predisposición a aprender una lección de vida que nos evite repetir el mismo error en un futuro, es suficiente. Los seres humanos somos imperfectos. Sentir la culpa nos causará un daño anímico agregado que en ningún caso reparará el daño causado.
El sentimiento de culpa en sí mismo es un sentimiento estéril que no lleva implícito propósito alguno que no sea la autoflagelación. Por supuesto que, como todo sentimiento, no resulta fácil de manipular a voluntad. Si existe, no se puede impedir a uno mismo el sentirlo. Pero reflexionar sobre lo dicho probablemente permita disiparlo con naturalidad y criterio, evitando así, que éste nos continúe atormentando.
(Fragmento extraído del libro: Recopilando Reflexiones ¿Hacia dónde nos dirigimos?
DESCARGA GRATUITA en lulu.com)
Rudy

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