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jueves, 24 de enero de 2008

Esclavo de su memoria

Brad Williams, el hombre Google, o la enciclopedia andante, ha sido comparado con Funes el memorioso porque posee una memoria prodigiosa. Sin embargo, Funes recordaba cada detalle que sus sentidos captaban: todas las tonalidades y todas las posiciones que cada hoja de un árbol adoptara a lo largo del atardecer (a lo largo de todos los atardeceres); cada variación de cada nota de una melodía; cada gesto de cada conversación, etc. Aun así, parece que el señor Williams es un esclavo de su memoria.

El olvido no es tan perjudicial como parece. De hecho, en ocasiones constituye un mecanismo de autodefensa de la mente: el recuerdo de situaciones traumáticas o excesivamente impactantes, es atenuado en sus detalles o incluso bloqueado. Para el inmortal del cuento de Borges, el olvido es la única forma de soportar el presente, pues la abrumadora suma de recuerdos resulta atroz. El propio Borges entiende -o desea- que la muerte implica el olvido, la disolución en el todo ("llegará un momento", confiesa con alivio, "en el cual cesaré para siempre, en el cual dejará de existir Jorge Luis Borges"). El enamorado que sufre un desengaño cruel necesita olvidar. Mi padre, con su peculiar memoria, agradece olvidar las películas que ha visto y los libros que ha leído, porque así puede disfrutarlos, de cuando en cuando, como si fueran nuevos para él.

El recuerdo, que en tantas ocasiones se nos presenta como la hermosa evocación, puede significar una tortura. Quien no se libra de un recuerdo persistente, puede enloquecer. Y quien forzosamente relaciona prácticamente todo lo que ve, todo lo que oye, con recuerdos de su pasado, sufre una condena sutil pero implacable: nunca es libre de perderse en el bálsamo del olvido, en la reconfortante sensación de no saber quién es o quién fue.

Lo reconozco, mi memoria es mala, o mejor dicho, demasiado caprichosa. Quizá no soy justo en mi valoración y me mueve la envidia insana. Pero sé que cuando llegue mi hora, podré decir, si acierto a recordarlo, que no sé quién fui, ni quién soy. En cambio, Brad Williams podrá repetir sin vanidad ni desafío las palabras de Yahveh: "Yo soy el que soy."


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5 comentarios:

Diego Jurado dijo...

Hola Eduardo.
¡Qué grande es Borges! En parte de acuerdo y en parte no. Con él, y contigo tal vez.
Olvida el que muere pero no el que queda atrás si no quiere olvidar, si el recuerdo fue tan fuerte que quiere quedar con él. Si le merció tanto la pena que es agradable vivir con él. Morimos si olvidamos... Y prefiero vivir.
¿Conoces el concepto de "pasión arrastrá". hay veces que mecerse en ella es puro deleite. Se sufre, pero es especial. Por eso en el amor...
Pero para ser tan temprano, y hablar de amor, mejor lo dejo ya.
Un abrazo.

Eduardo Martos Gómez dijo...

En realidad estamos de acuerdo: pervivimos en el recuerdo de los demás, en el rastro que dejamos a nuestro paso. Pero Borges decidió disolverse, y me aventuro a pensar que le daba igual que lo recordaran o no, porque en esa disolución se perdería su ser, su conciencia, su anhelo de saber o de sentir. Algo muy parecido al Nirvana.

Por cierto, ¿qué es la "pasión arrastrá"? Me hago una idea, pero no sé si equivocada. ¿De dónde es la expresión?

Un abrazo.

Diego Jurado dijo...

Andaluza como yo. Muy gitana, muy de soleá. El que no la vive no la entiende, y es algo muy especial. No sé si recomendarla, pero es...
Y en lo de Borges, ¿Tu crees?
Un abrazo

Eduardo Martos Gómez dijo...

Soy sevillano, pero en mi entorno se burlan de mí porque conozco muy pocas expresiones populares. Eso, unido a mi extraña memoria, explica que no me suene de nada lo de "pasión arrastrá" :). Lo cual no quiere decir que no la haya sentido, pero no puedo saberlo.

La verdad es que no "creo" en nada. Soy agnóstico y un tanto escéptico, de manera que estoy incapacitado para creer. Según el momento en que lo piense, o la época de mi vida, unas ideas toman más fuerza que otras. La disolución en el todo me parece razonable desde el punto de nuestra física incompleta, pues no somos más que energía que, llegado el momento, se transformará. Pero mi conciencia se niega a aceptar su desaparición. Sé que la muerte, como renovación, es necesaria; no así la desaparición, el fin de la conciencia. Supongo que la idea del Paraíso surge de ese anhelo. El Infierno parece posterior y algo más artificial.

Un abrazo.

Diego Jurado dijo...

Hola eduardo.
Al final no somos sino polvo de estrellas. El tiempo que tanto nos une a Rudy y a mí, es tan relativo, casi, como todo lo demás. ¿Creer o no creer? ¡Qué más da! Vivir es lo que merece la pena. Sentir. Caminar y mirar, pero sabiendo mirar, o aprendiendo a saber mirar.
Así es que sevillano. Un paisano. No te preocupes por lo de las expresiones. Supongo que será porque no estás o no has estado mucho por allí. Además en cada lugar hay expresiones diferentes o con otro sentido.
Esa para mí, es muy especial. El que la siente lo hace de una manera que... Pero como ya te dije, no sé si recomendarla.
Un abrazo