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lunes, 21 de enero de 2008

EL LADO BUENO DE LA ENVIDIA

¿Han escuchado últimamente hablar sobre la envidia? Yo sí, y mucho. A veces me gusta enroscarme en amistosas discusiones sobre temas psicológicos o filosóficos. Si los que intervenimos en dichas charlas somos abiertos, sabremos ofrecer nuestra crítica y recibirla de los demás. Entonces, lo único que nos puede suceder a todos es elevarnos en conocimientos y sabiduría (palabra, esta última, que no es muy de mi agrado utilizar, salvo claro, para expresar que no existe).
Pero volviendo a nuestro tema sobre la envidia, percibo con cierta fortaleza conceptual, que el común de la gente le atribuye a este sentimiento connotaciones por completo negativas: es siempre algo malo envidiar.
Cuando hace algunos días invité a mi contertulio a hojear las páginas del libro: Recopilando Reflexiones ¿Hacia dónde nos dirigimos?, sobre el tema: "La Envidia", éste me manifestó que nada bueno podía haber en la envidia. Que se trata de un sentimiento negativo y siempre perjudicial. Y para ofrecer pruebas a sus afirmaciones, agregó que bastaba con buscar en los diccionarios y nos encontraríamos con una clara definición en tal sentido.

- Tristeza o pesar del bien ajeno-
- Emulación, deseo de algo que no se posee-
- Tristeza airada o disgusto por el bien ajeno o por el cariño o estimación de que otros disfrutan-
- Deseo honesto de emular alguna cualidad o algún bien que otro posee-

En realidad, esta última definición no deja muy claro que la envidia sea siempre un sentimiento negativo.
Pero por si nos queda algún lugar a dudas, agregaré que temas profundos que competen al mundo interior y afectivo del individuo y con los que se pueden llenar tomos de bibliografía no pueden ser definidos por diccionarios más que en sus conceptos básicos y generalizados. Es más, si existen individuos que merced a su sentimiento de envidia logran superarse sin desear ni causar daño a quien o quienes envidian, no tendrá importancia lo que insinúen los diccionarios, los que podrán también equivocarse, como producto de la obra humana. O de lo contrario, habiendo comprobado que sí existen situaciones en que la envidia se torna un sentimiento bueno y ejemplarizador, habrá que coincidir en cambiar la terminología de la palabra, según nos estemos refiriendo al aspecto positivo o negativo del sentimiento.
Transcribo a continuación el fragmento referente a "La Envidia", del libro mencionado con anterioridad, en el que se trata el tema desde un ángulo diferente, creando controversia y una polémica que sólo acaba de comenzar.

La Envidia

Envidiar significa desear algo que vemos en el prójimo. Se puede tratar de un objeto o situación material, como así también de algo abstracto, como un aspecto del carácter o la personalidad de un individuo al cual admiramos. En conclusión, puede tratarse de cualquier cosa, con la única condición de que habiéndola visto en el prójimo, deseemos fervorosamente poseerla. Es un sentimiento generalmente condenado por cualquier sociedad, cuando en realidad el hecho en sí mismo de sentir envidia en su más estricto, puro y simple sentido no conlleva acto censurable alguno. Es más, si quien experimenta tal sentimiento, lo potencia en pro de obtener logros positivos en su propia vida sin el deseo de perjudicar a nadie, su actitud sólo será pasible de elogios.
Se suele relacionar este sentimiento a deseos maliciosos por parte de quien lo siente, hacia la persona envidiada. De ser ésta la situación, se generará una relación que podrá causar daño tanto a la persona que envidia como a la envidiada, dependiendo esto de los extremos a los que el individuo que sufre el sentimiento esté dispuesto a llegar. Pero en todo caso, éste debiera tener en cuenta que sus actitudes sólo podrán agregar pesar a su aflicción y nunca logrará de este modo, resarcirse con la obtención de lo envidiado.
De lo antedicho podemos deducir, que de la misma manera que hemos podido observar que ocurre en otros casos (respecto de otros sentimientos y/o actitudes), el hecho en sí mismo de sentir envidia no arrastra consigo nada censurable.
Será entonces la propia perspectiva del individuo y lo que este sentimiento genere en su interior, que condicionarán el positivismo o negativismo de sus actitudes.
El individuo que, merced a sus sensaciones, vea estimuladas sus ansias de obtener logros sin la intención de dañar a nadie, estará sacando buen rédito de su sentimiento de envidia.
Por el contrario, quien sienta dolor y pena por sí mismo, evidenciando una marcada falta de seguridad propia y reducida autovaloración al pretender, a través de su sentimiento de envidia, objetivos que considera no poder lograr y/o merecer, no
vacilará en acudir a pensamientos y hasta a actitudes maliciosas, de las cuales el principal destinatario y el más perjudicado será él mismo. Aunque a veces, también causan daño intencional a la persona envidiada, como si ésta fuese culpable de sus frustraciones y creándose la ilusión de que las mismas desaparecerán con el daño proferido a su inocente víctima.
El sentimiento de envidia que no es canalizado hacia el amor a sí mismo y a los demás tiñe el alma de dolor y no causa más que pena. Quien asuma la aparición de sentimientos como éstos y advierta que no le aportarán beneficio alguno, podrá optar por analizar estos conceptos y lograr así utilizar esta herramienta que se le ofrece (la envidia) para cambiar su vida en forma positiva.

Un puñal no sólo sirve para herir y matar. Puede también ser utilizado para cortar los lazos que nos liberarán, a nosotros y a los demás.
(Fragmento extraído del libro: Recopilando Reflexiones ¿Hacia dónde nos dirigimos?)
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4 comentarios:

Marta Lilián Molano dijo...

Apreciado Rudy:

Valiosa aportación la que has hecho, enfática y clara, referente a la envidia. Ella invita a quitarnos la careta de soberbia y enfrentar nuestra humana debilidad, rasguñando en los mas profundos parajes del alma, para buscar entre ellos “La perla de gran precio” que espera escondida entre nosotros mismos.

Tus palabras, profundas y sencillas iluminan; transmiten la luz interna que hay dentro de ti.

Un abrazo de afecto sincero, ferviente admiración y gratitud.

Marta

Anónimo dijo...

Siempre había conocido a este tipo de envidia por el nombre de envidia sana, no se si es que no se usa ese término en todas partes.
Un claro ejemplo de este tipo es la envidia que te tengo yo al leerte. Siempre sana :)

Saludos!

rudy spillman dijo...

Gracias, Marta, agregas luz, color y música a mis palabras, reavivando el sentido de mis dichos.

Víctor, respeto tus palabras, aunque no comparto que haya algo en mi escritura que tú debas envidiar, ni siquiera en forma sana.
Un abrazo para ambos.
Rudy

Marta Lilián Molano dijo...

Referente a la “Envidia Sana”, analizando las palabras de Víctor, creo que su sentir emitido, corresponde mas bien a un sentimiento altruista de admiración y reconocimiento, el cual no lo afecta negativamente y en cambio genera en él cierto estímulo saludable para crecer, bien sea espiritual, o intelectualmente.
Lo que a mi parecer es realmente la envidia, es algo así como una ponzoña venenosa que infecta el ser interno o alma de quien la padece.
Entre las descripciones que he leído al respecto, creo que la mas apropiada para describir en pocas palabras este sentimiento negativo pero igualmente humano y común, es esta:

“El corazón apacible es vida de la carne; mas la envidia es carcoma de los huesos”. (Proverbios 14:30)

Saludos cordiales

Marta