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Esperamos que encontréis aquí respuestas a algunas de vuestras inquietudes y también un momento de esparcimiento, acompañados de la mejor literatura.

jueves, 6 de diciembre de 2007

El plagio

Uno de los mayores riesgos que plantea la publicación de una obra literaria, es el plagio. Un escritor puede recibir malas críticas, no vender ni un ejemplar y, casi siempre, perder dinero. Pero mientras conserve la autoría, la paternidad de su obra, esencialmente lo tiene todo.

Desconozco en profundidad la legislación vigente al respecto, pero tras varias consultas a las diversas entidades relacionadas con la propiedad intelectual en España, he llegado a la conclusión de que resulta prácticamente imposible garantizar la autoría de una obra. Eso sin contar que cada país tiene una legislación distinta.

Pero aunque registrar una obra tuviera algún efecto de protección sobre la misma, es importante saber las dificultades que implica ese trámite. Sólo hablaré de lo que conozco: el Registro de la Propiedad Intelectual. Baste decir que se paga una tasa por cada tomo registrado, y pueden pasar meses, incluso un año, hasta recibir una respuesta. Las actualizaciones o correcciones en tiempo real son impensables, y para colmo, el sistema de verificación del Registro presenta muchos puntos oscuros: ¿Está informatizado? ¿Es sensible a errores y conflictos de datación? ¿Es capaz de detectar obras levemente modificadas? ¿Cómo resuelve un registro simultáneo de la misma obra por dos autores distintos? Etcétera. Sin embargo, la guinda del pastel es que, como he comentado, la autoría no queda protegida, lo que lleva a preguntarse para qué sirve esta entidad, aparte de para hacer perder el tiempo a los autores.

El escenario de Internet es muy distinto. Es cierto que no existe un registro oficial de obras literarias, pero sí varios sistemas de licencias (Creative Commons, FDL, etc.) que permiten la evolución orgánica de una obra de manera natural. Pero la ventaja fundamenta es que, en la Red, todo queda registrado, lo cual, sumado a la facilidad de distribución de contenidos, constituye un registro en sí mismo, que puede ser válido, de modo testimonial, en un pleito por la autoría de una obra.

Recientemente hemos tenido un caso de plagio en este blog. Internet ha permitido demostrar la verdad gracias a herramientas como la caché de los buscadores y archive.org, un sitio web que fotografía millones de sitios web, manteniendo un histórico de su estado a través del tiempo. Fuera de Internet, la resolución de este conflicto hubiera sido muchísimo más tediosa, difícil y lenta.

¿Pero qué sucede cuando no se puede demostrar? ¿Queda el escritor en una situación de indefensión e impotencia total? Probablemente depende de su capacidad para moverse por los canales de información y usar los recursos a su alcance. En cualquier caso, es evidente que la publicación exclusivamente en papel está muerta, en favor de modelos mixtos o íntegramente virtuales, donde la identidad, a pesar de lo que puede parecer a los profanos, se defiende mucho mejor que en los ámbitos tradicionales.

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