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Esperamos que encontréis aquí respuestas a algunas de vuestras inquietudes y también un momento de esparcimiento, acompañados de la mejor literatura.

domingo, 12 de julio de 2009

Los dueños de la verdad



En cierta oportunidad me encontraba participando de un tipo de reunión, de las que no suelo frecuentar. Mucha gente, mucho ruido. Bebida, música, humo. Al alejarme del lugar (no me refiero físicamente), podía observar los borrosos rostros del resto de la gente, entre tinieblas de humo de cigarrillos, acompañando el alto volumen de una música, la que nadie parecía escuchar y escuchando la conversación de la gente, unida en un bullicioso murmullo al unísono, el que, singularmente, no decía nada.
Yo tenía dos posibilidades: salir corriendo, para no quedarme en un lugar tan poco placentero, o encontrar y sumergirme en algún rincón de aquel insufrible lugar, en el cual pudiera encontrar el placer de la distracción y el disfrute. Opté por lo segundo. Quizás, como un desafío a mí mismo. Para poder así encontrar que el mundo puede ser cambiado desde sus pequeñeces. Si bien, no para todos, al menos para uno mismo. Y descubrir que una situación, por más límite que se nos presente, puede ser vista de otra manera. Y este pensamiento me alegró.
Me encontraba pues, de pronto, compartiendo una agradable charla con un compañero de conversación.
Y le decía yo a quien me escuchaba con verdadera atención, que existe gente que se esfuerza en encontrar el camino acertado, sin equivocaciones. Que repudian la injusticia, amparándose siempre en lo que consideran justo. Odian el mal y defienden siempre el bien. Y yo digo, que todos estos conceptos, virtudes y defectos, no existen. Solo se trata de una fantasiosa creación humana. Y lo único que en realidad existe es el resultado. Y agregué, no sin temer confundirlo aún más:

Todo es, lo que resulta ser, después de todos nuestros esfuerzos por lograr que fuera de determinada manera”.

Pareciendo entender a lo que yo me refería, pero aún no del todo convencido, mi interlocutor agregó:

Con ese criterio, lo único que se lograría es quitar todo el estímulo del ser humano, por concretar logros y perfeccionarse. Enmendar errores, cambiar rumbos, eliminar situaciones injustas. Luchar por el bien, intentando eliminar el mal. Con tu criterio, nada de todo eso tendría sentido”.

Cuando hubo finalizado, yo agregué:

Todos los esfuerzos que sentimos deseos de realizar, en base a nuestras más profundas convicciones, valen la pena de ser intentados. Podemos pasar una vida intentando cambiar cosas, esforzándonos por imponer principios. Todo esto esta calculado, debe ocurrir para llegar al resultado. Podremos sentir que lo hemos logrado con éxito o que hemos fracasado. Pero éstas serán sólo sensaciones. En realidad y de manera objetiva lo único que habrá es un resultado. El único posible y verdadero. Haciendo un rápido balance de nuestras vidas, podremos fácilmente concluir que luego de nuestros esfuerzos por influir en las cosas y situaciones, y habiéndolo logrado o no, en parte o en todo, éste es el único y verdadero resultado. Y definitivamente, no es ni bueno ni malo, no justo ni injusto, no acertado ni equivocado".

Mi interlocutor me dedicó una mirada muy extraña. Se levantó de su silla. Con muy buenos modales, dijo:

Permiso”.

Y se retiró. Apenas unos segundos después, se mezcló entre los borrosos rostros del resto de la gente, entre tinieblas de humo de cigarrillos, acompañando el alto volumen de una música, la que nadie parecía escuchar. Mientras tanto yo, quedé solo, escuchando la conversación de la gente, unida en un bullicioso murmullo al unísono, el que, singularmente, no decía nada.


Rudy Spillman
LIBRO ABIERTO

1 comentario:

Yohel Amat dijo...

Es profunda su aseveración y la respeto. Aunque en realidad creo que lo importante es que constantemente HAGAMOS, ya sea con buenos o malos resultados - de acuerdo al cánon que se quiera aplicar. Lo que en mi concepto hay que evitar es la inactividad y el sobrevivir y no el vivir.