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Esperamos que encontréis aquí respuestas a algunas de vuestras inquietudes y también un momento de esparcimiento, acompañados de la mejor literatura.

jueves, 19 de febrero de 2009

El viejo

Un hombre viejo, enjuto, arrugado y gastado, intenta medir una cajonera que está en lo alto de unos estantes, en un hipermercado. Viste de gris apagado, como su mirada. No alcanza. Gira la mirada hacia todos los lados. Las personas pasan ignorándolo. Me acerco. ¿Le ayudo? Yo se la alcanzo. Le digo. La mide mientras lo observo. Apunta los datos en una libreta ajada, como él. Termina. Es que estoy en una residencia..., me dice. Tiene ganas de hablar. Los ojos llorosos. No debe hablar mucho, ni con nadie. Tal vez solo. Mi mujer se murió hace un año, la pobre La soledad, el abandono. Apestados viejos. Esquivados. Expulsados. Ocultados. Tengo noventa y seis años. No los aparenta, le respondo, yo le echaba unos ochenta. Se ríe. Será por la vida que he llevado. Dura, muy dura. Me cuenta la guerra, su guerra. Le escucho. Sonrío. La vida al final te da lo que mereces. Pone a cada uno en su sitio. Te voy a dejar, me sigue diciendo, porque tendrás que hacer tus cosas. Me sonríe con más amplitud. Los ojos acuosos. Cálidos. Me siento bien. Dos horas de pie. Dos horas hablando. Gracias muchacho, que Dios te lo pague, me dice. A usted, ha sido un placer. Le contesto. Le tiendo la mano. Me la estrecha con fuerza y se acerca como para abrazarme. Le aprieto contra mi cuerpo. Calor humano. Veo como se aleja. Despacio. Se vuelve. La sonrisa en el rostro y unas lágrimas que se le escurren por las mejillas. Levanta la mano. Se gira y sigue andando. Me duele el alma. Sonrío mientras lamento su lamento en mi interior. Hoy ha sido un buen día.
Diego Jurado Lara

2 comentarios:

rudy spillman dijo...

Pareciera que hubiese ocurrido, aunque en realidad ocurrió, incluso si fue sólo en tu interior. Por eso está tan bien relatado.
Chau, amigo Diego.
Rudy

Diego Jurado dijo...

Hola Rudy.
Daría igual que hubiera ocurrido o no en la realidad, y como bien dices incluso sólo en ni interior. Es lo de menos.
Gracias por tus palabras.
Un fuerte abrazo amigo mío.
Diego