Señoras y señores, esta noche han tenido ustedes a bien concederme un premio, y yo he venido a recogerlo, pero no me siento orgulloso. Siempre los he criticado. Siempre me han parecido la mejor expresión del peor gusto. Desde siempre y, siento decirlo, para siempre.
Sé que las críticas me sepultarán. "Desagradecido se aprovecha de un premio literario", acusarán, con probabilidad, los titulares. Si he venido hasta aquí no es por otro motivo que mi pobreza y la de mi familia. Este galardón está bien recompensado, y la hipoteca nos asfixia cada vez más. Mi orgullo y mis ideales no pueden pagar mis deudas, de manera que no son una opción razonable. En lo más profundo de sus conciencias, ustedes saben que no están premiando la originalidad ni la genialidad. Hay escritores mucho más brillantes que yo, cuyas obras ni siquiera han tenido la ocasión de sopesar.
No culpen a mi obra de las necesidades de mi familia. Las miserias humanas no tocan el arte, ni esta fastuosa gala. Yo sólo soy un mendigo que reclama algo de comida. Cuando me haya retirado, podrán ustedes seguir deleitándose con el alimento espiritual de mis palabras, que a mí ya no me alimenta.
Muchas gracias.
Enlaces relacionados
No hay comentarios:
Publicar un comentario