Hay un brillo intenso, frágil y bello en tu mirada. Me arrastra. Me mata. Me lleva. Me envuelve. Me besa. Me quema. Me halaga. Es dulce, suave, tierna. Engalana lo que toca, acaricia. Las manos acompañan, esparciendo gestos que se adentran en mi alma, moviendo el aire con una delicada cadencia que acicala. Elegancia. Suavidad que calma. La sonrisa franca, que alimenta mi vida con aromas de fragancias eternas, rodeando mi espíritu con sus delicadas alas. Me deshace. Me deshago. Vivo. Siento. Pienso. Tengo. Amo. Me muero ahí. Me muero de vida vivida, en esto tan cierto que sé, que siento, que veo, que tengo. Por eso, por tanto, por existir, por entregar, te doy mi vida, a ti, que eres tú y yo, que somos ambos, como el regalo más precioso… Te tengo aquí, a mi lado, y sólo quiero morir en ti, dentro de ti, río que calma mi sed. Y el placer de tenerte no es sino el premio de los dioses a una vida creada para entregarte… Por eso creo círculos de luz que te rodeen y te eleven, que te ensalcen y embellezcan más, si cupiera. Y en ti que mi alma muera, de ti. Para ti. Por ti. La mujer más bella que mi vida jamás conociera.
Diego Jurado Lara
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