Hoy he visto una chica en el autobús, morena, de pelo largo y piel clara. Bellísima en su tristeza. La mirada ausente, perdida en alguien lejano. Se miró las manos, acariciándoselas con suavidad, como sintiendo el rastro de un tacto. Tal vez recordando. Me ha mirado y me ha sonreído, con desconsuelo, como si supiésemos ambos. He llorado su llanto, mientras acariciaba, yo también, mis manos.
Diego Jurado Lara
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