Hasta hace algunos años, la magia consistía en ver escapar un conejo de una galera, una paloma salir volando de dentro de un colorido pañuelo, o un bastón, que al ser arrojado al aire se veía convertido en un hermoso ramillete de flores; entre otros tantos trucos, todos muy sencillos de realizar para el mago de turno que dominara el escenario.
Hoy las cosas han cambiado bastante. Los señores magos invierten a veces grandes cantidades de dinero para obtener los mecanismos más modernos que lograrán efectos destinados a seducir de inmediato el inocente ojo del espectador. Así es que podemos observar cómo se cubre con una inmensa manta, un tren entero, incluyendo locomotora y varios vagones, para luego quitar aquella y mostrar al público aún aturdido por la exhibición, aquel mismo espacio, ya vacío. Otras veces, se ha podido observar el inmenso mantón elevándose en el aire, en clara muestra de la levitación del tren allí escondido.
Así es como se han sucedido y continúan sucediéndose exhibiciones cada vez más sofisticadas que, evidentemente captan poderosamente la atención de todos los públicos y ofrecen suculentas recaudaciones que entusiasman a los profesionales de esta actividad a continuar invirtiendo dinero en modalidades cada vez más increíbles y sorprendentes con la seguridad que su dinero será ampliamente recuperado.
Ya hemos visto casi de todo. Quizás, lo que nos falte ver sea una ciudad entera siendo transportada al medio del mar y entonces, poder comprobar que ésta flota en vez de hundirse.
¿Será que necesitamos consumir cada vez más ilusiones, porque las que hemos tenido siempre se alejan cada vez más de nuestra realidad?
Aquí, la pareja en el escenario, logra cambiar de ropa con la velocidad de un parpadeo de ojos. Pero lo increíble no es el truco, sino el hecho de que sabiendo "a priori" que se trata de un truco y que la habilidad reside más en el creador del mecanismo, que en la habilidad de su ejecutor, nosotros, cómo público continuemos siempre abriendo nuestras bocas, intentando dejar salir nuestros ojos de sus órbitas y aplaudiendo entusiastamente, como si creyéramos que lo que acabamos de ver es real.
Rudy Spillman
http://libroabiertorudyspillman.blogspot.com
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