En un hospital de la SECRETARIA DE SALUD DEL ESTADO, las compañeras enfermeras se ven en grandes aprietos debido a la falta de material, digo “falta” por que me parece vergonzoso decir “inexistencia”.
A lo que quiero llegar, es: Trabajo en un hospital rural de el gobierno de el estado (Veracruz, México), la gente que tiene necesidad de recurrir a este lugar, son campesinos que viven solo de lo que producen ellos mismos en sus tierras. Son comunidades indígenas “autosuficientes” ¿? (así dice el gobierno).
Estas comunidades autosuficientes, no conocen el dinero, pues no lo necesitan, cada familia tiene su parcela y sus animalitos con los cuales se mantienen, pero a lo hora de enfermarse, acuden a la unidad de salud que les corresponde donde se encuentran con millones de problemas: de entrada, hablan dialectos indígenas incomprensibles para nosotros, lo cual es ya una barrera infranqueable ya que no se cuenta en los centros de salud con alguien capacitado para traducir las conversaciones, eso no es todo, después de pasar horas tratando de adivinar donde le duele o que le molesta al paciente, se le da indicación a la enfermera para que aplique un tratamiento, esto parecería fácil, pero en los hospitales de “última generación” de la Secretaría de Salud, no se cuenta con ningún material, por ridículo que parezca, son edificios modernos y con equipos sofisticados, pero es mas fácil sacar agua de una piedra que conseguir una jeringa en el almacén o un medicamento en los empolvados anaqueles de la sombría farmacia, todo (y cuando escribo esto me refiero exactamente a todo) se le pide al paciente o sus familiares que hagan el favor de comprarlo, con el consabido problema de comunicación que existe entre dos culturas totalmente diferentes. Milagrosamente, la mayoría de las veces regresan los familiares con medicamentos y otras cosas que se les ha pedido, pero hay una parte de esta población, que prefiere llevarse a su familiar para que sea atendido por el hiervero o por el huesero de la comunidad.
En días pasados, se acerco a mi una enfermera que lleva mas de 20 años de servicio y me comento:
-Que pena me da esa gente, no tenemos manera de ayudarlos, es inútil que estemos aquí. Y continuó: -ya ve, aquí nos piden que usemos las uñas cortas, pero precisamente son las uñas la única herramienta que tenemos….
Este artículo lo escribí para la revista de la Secretaria de Salud de Veracruz, en donde me exigen una colaboración mensual, increíblemente, no fue publicado en la edición de julio de 2008, pero si recibí una carta “invitándome” a escribir algo que ilustre a la población para evitar que contraigan enfermedades por falta de higiene o algún tema parecido.
Que mal que no se publique, esta censura no lleva a nada bueno. Ni modo compañeras enfermeras, seguirán rascándose sin uñas.
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