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martes, 18 de marzo de 2008

Yo, yo y después… YO

He traído hoy, algunos escritos sobre el ego. Las teorías, como ocurre con todos los temas de cierta profundidad, se critican una a la otra, se complementan, a veces se apoyan con diferencias argumentales, otras se rechazan distanciándose… casi una eternidad.
Hay quienes dicen que al ego hay que disminuirlo, dominarlo, controlarlo, pero no destruirlo, porque el ego somos nosotros mismos. Otros manifiestan que a partir del mismo sólo se puede manifestar el interés propio en la individualidad y esto lleva al inexorable derrotero de la miseria interior y gesta dentro de uno la incapacidad de amar, siendo éste el sentimiento más sublime y puro.
Yo diría que a veces complicamos las cosas en una mayor medida a la que les pertenece intrínsecamente. La psicología explica muy bien este fenómeno a los efectos de que logremos entender nuestra constitución mental y afectiva. Yo desearía en esta oportunidad, tocar el tema desde un punto de vista metafísico, filosófico, quizás más difícil de alcanzar, pero en definitiva, un desafío para nosotros mismos, como personas y en pro de nuestro propio bienestar.
El ego es sólo una sensación, un sentimiento. No es real, es algo que no existe. Proviene de nuestra propia creación, producto de la especial funcionalidad de nuestra mente y constitución de nuestro cerebro, unido todo esto, a que como seres gregarios que somos, vivimos en comunidad. Nos cuesta entender que todos seamos la misma y única energía proveniente de las fuerzas del Universo, por más que repitamos esto hasta el cansancio. Porque no es suficiente la comprensión intelectual del tema, sino que se requiere el entendimiento a nivel experimental y práctico. Vivimos buscando pruebas pasibles de ser vistas y palpadas para entonces poder confiar. No advertimos que a veces, necesitaremos primero confiar para de esta manera provocar la aparición de las pruebas que podremos ver y tocar.
Recordemos algo importante: toda sorpresa que vivamos ante lo increíble nos estará alejando de su repetición.
Si a nivel intelectual y terrenal llegamos a comprender que no somos nadie, puesto que nuestro físico muta constantemente, lograremos finalmente entender a nivel experimental, que sólo somos una infinitesimal parte de un Todo. Y a la vez somos el Todo, puesto que éste sin sus partes no existe por más pequeñas que éstas sean. Entonces es cuando se diluyen por completo los temores por los que nos pueda pasar a nosotros o a nuestros semejantes, desaparecen nuestras preocupaciones porque entenderemos claramente que todo resultará lo que deba ser luego de aplicar toda nuestra fuerza y voluntad para que sea de determinada manera. ¿Y qué nos queda? Sólo el profundo y puro amor que nos une a todos formando parte de esas fuerzas del Universo.
¿Qué es el ego, pues, entonces? La idealización de poder ser una unidad, desintegrando el Todo y sin poder darnos cuenta que es justamente el mezquino interés en nosotros mismos lo único que nos aleja de la verdad. El buscar nuestro propio beneficio nos coloca frente a una impenetrable maleza en nuestro sendero hacia la felicidad. Descubrirnos como parte del Todo y colaborando con las Leyes de la Naturaleza nos ubica exactamente donde debemos estar y nos procura el estado de felicidad plena y permanente, que es nuestro estado natural y del que nos hemos ido alejando desde que nacimos con la colaboración inconsciente de nuestros seres queridos.

LA ÚNICA GUERRA
(Fragmento extraído del libro: Recopilando Reflexiones ¿Hacia dónde nos dirigimos?, con descarga gratuita en: www.lulu.com.es)

He comenzado una guerra. A decir verdad, se trata de una batalla, que es como comienzan casi todas las guerras. Mi enemigo es cruel, despiadado. No descansa en su hábil esmero por destruirme. Es rápido, convincente, intenta lavar mi cerebro e inundarlo con su droga. Llegar a mi corazón y quitarle todas sus cualidades. Incluso en mis gestos, mis modales, mi mirada, en mi cuerpo físico todo, se sentirá su presencia si le permito invadirme. Si lo dejo… me destruirá por completo.
Alzo mi estima como si fuese una espada. La enfrento a él con todo mi poder y convicción para que sepa que no me rendiré. Y comienzo a blandirla por doquier. Porque éste es el problema más grave que existe cuando uno se enfrenta a un adversario de semejante talla. Nadie sabe dónde está.
Golpeo desenfrenadamente el aire con la única cordura que recibí al nacer y no la que acumulé con los años. Y escucho el fuerte silbido como si se tratase de un sable. Hasta que advierto que así no lo atraparé. Se escapa, se escabulle, se esconde y te somete. Entregado a él estoy… ya casi por perder la guerra.
La primer parte de mí que él toma de rehén es el cerebro. Luego, el corazón. Y entonces descubro cuál es el arma que debo esgrimir en su contra y con la que seguramente lograré aplastarlo, eliminarlo por completo y para siempre de mi ser. Arrojo a un lado mi estima, mi poder y mi convicción. Lo mismo hago con mis dos corduras. Frente a este enemigo no me sirven.
Giro todo mi cuerpo y emprendo mi retirada. Todos me aplauden, me adulan, me gritan lo grande que soy. Pero yo ya no me doy por aludido. Mis gestos, mis modales, mi mirada… mi cuerpo físico todo, denota que él ya no está. Casi, no percibo ni su ausencia. Como si nunca hubiese estado. Mi ego se ha esfumado.
Me abrazo a mi indiferencia, la convierto en mi inseparable amiga ya por siempre. Y finalmente, me siento plenamente feliz. He ganado esta guerra.

EL EGO
(Fragmento extraído del libro: "El Paraíso escondido detrás de Nuestras Desgracias", con descarga gratuita en: www.lulu.com.es)

¿Qué es el ego? Es un cáncer invisible que nace con nosotros. Viene ubicado en el cerebro, entremezclado con todas las fantásticas y beneficiosas funciones del órgano. Si no lo extirpamos a tiempo, cosa que realmente muy poca gente logra hacer, este tumor sin volumen físico se encargará de darnos una muerte segura y muy dolorosa: la muerte en vida.¿En qué consiste el ego? ¿Cuál es su función? Simplemente hacernos creer que somos alguien. Y a partir de esa creencia, hacernos creer que crecemos.Detrás de esta metáfora se esconden realidades que sería conveniente tener en cuenta. Veamos, que el ego nos haga creer que somos "alguien" no significa que "no seamos nadie". Vivimos una vida en la que todo lo tangible pareciera ser lo más importante. Lo físico, lo que tiene volumen y ocupa un lugar en el espacio pareciera ser lo único que existe y rige nuestras vidas:Los automóviles, las casas, el dinero, nosotros mismos (nuestros cuerpos). Todo lo que algún día desaparecerá. Todo lo que no llevaremos a ninguna parte.No sabemos advertir que esencialmente nosotros somos alma, espíritu, energía. La materia que somos es como el automóvil, la casa o los dólares. O el Planeta que nos cobija. Efímero. Todo desaparecerá. Es una cuestión de tiempo.En cambio, la energía de nuestro espíritu ha estado siempre allí y siempre estará. La masa energética que flota en el espacio del Universo desde todos los tiempos es la que se convierte en alma y espíritu al tocar la materia, lo tangible: nuestros cuerpos, los cuerpos de los animales (incluyendo los insectos y las bacterias) y las plantas. Tres composiciones energéticas diferentes existen para cada uno de los tres tipos de seres animados que habitan nuestro Planeta desde sus mismos orígenes. Qué sucede en otros planetas, en especial, en otras galaxias de otros universos, no lo podemos saber. Pero no parece ser muy difícil llegar a la conclusión de que todos somos lo mismo y único, desde los comienzos en el infinito de los tiempos: una enorme masa de energía, la que sólo comienza su proceso de descomposición en miles de millonésimas de partículas en el preciso momento del nacimiento del cuerpo tangible. Nace un alma, sea que esto ocurre en el mundo de los humanos, los animales o las plantas. No resulta tan difícil de concluir que cada vez que muere un cuerpo (humano, animal o vegetal), el alma que lo habita vuelva a sus orígenes: aquella masa energética que siempre flota en el espacio. Volviendo a nuestro Mundo, quien pueda entender y aceptar los preceptos de esta teoría, podrá concluir también en que tan sólo somos una partícula entre una cantidad de las mismas cuya cifra contiene una innumerable sucesión de ceros a su derecha, lo que la hace muy lejana a la comprensión de la mente y óptica humanas. Pero de todas maneras, la aceptación de estos preceptos nos permitirá relajarnos en la convicción de la inexistencia del yo.No somos nadie, apenas una infinitésima partícula en el espacio. Y a su vez, somos todo. Formamos parte del mayor poder energético existente. Lo más grande y lo único: nosotros mismos, una masa energética de vida eterna.

Debido a que se trata de un tema verdaderamente conflictivo y a los efectos de que el lector interesado pueda ilustrarse con mayor objetividad transcribo a continuación la teoría psicoanalítica:

Ego

En antropología se usa la palabra ego para designar el yo desde cuyo punto de vista se consideran las relaciones de parentesco o filiación.
En psicología se define como la unidad dinámica que constituye el individuo consciente de su propia identidad y de su relación con el medio; es, pues, el punto de referencia de todos los fenómenos físicos.

El Ego según el psicoanálisis

Según el psicoanálisis el ego es la instancia psíquica que une el ello con el mundo exterior y hace de puente entre el ello y el super-yo. Resulta de la diferenciación que el contacto con la realidad exterior impone al ello (estructura psíquica primitiva). De hecho es un sistema de adaptación a la realidad.

El Ego según C. G. Jung

El yo es el punto focal de la conciencia. Es el portador de nuestra conciencia consciente de existir, así como el sentimiento permanente de identidad personal. Es el organizador consciente de nuestros pensamientos e intuiciones, de nuestros sentimientos y sensaciones. Es el portador de la personalidad. El yo surge del sí-mismo... desempeña papeles de crucial importancia. Percibe significados y evalúa valores, actividades que favorecen la supervivencia y hacen que la vida valga la pena vivirse y encontrarle sentido.
Fuente: Wikipedia. La enciclopedia libre
Rudy Spillman
http://libroabiertorudyspillman.blogspot.com

1 comentario:

rudy spillman dijo...

Gracias por tu interés, Federico. Aunque a decir verdad, conociendo tu perspicacia y agudeza reflexiva, hubiese preferido que estuvieses en desacuerdo, a los efectos de continuar ahondando.
Un saludo.
Rudy